Plantas y humedales artificiales devuelven oxígeno y vida al arroyo Cildáñez

Laura Rocha | LA NACION | LUNES 17 DE ABRIL

Usan técnicas de fitorremediación para sanear ese curso de agua del sur porteño; se redujo 45% la presencia de contaminantes orgánicos; podrían replicar la experiencia en el Medrano y el Maldonado

La calidad del agua mejora por las balsas con plantas, lo que facilita la llegada de animales. Foto: Emiliano Lasalvia

Pequeños peces llamados madrecitas nadan alrededor de las balsas pobladas de canutillos y sagitarias, mientras en el entorno anidan tortugas, varios tipos de aves e insectos. Estas especies se dejan ver en el arroyo Cildáñez, que, antes de desaguar en el Riachuelo, atraviesa a cielo abierto con una alta carga de contaminantes el barrio de Villa Soldati.
La biodiversidad que apareció en la desembocadura, a un costado del nuevo Parque Natural Lago Lugano, llegó de la mano de un proyecto de fitorremediación. Incluye un conjunto de balsas con plantas nativas que absorben contaminantes y aportan al agua el oxígeno que ya no tenía. También, humedales artificiales que cambian el panorama a un arroyo que corre en casi toda su longitud entubado bajo la ciudad.
La iniciativa, ejecutada por la Agencia de Protección Ambiental porteña (APRA), obtuvo resultados tan alentadores que se piensa en replicarla en otros cursos, como el Medrano y el Maldonado.
Las 42 balsas que ahora surcan el Cildáñez tienen una estructura bastante simple: son caños de PVC envueltos en una malla de media sombra y malla de gallinero plástica. Cubiertos con plantas como el canutillo, la hierba de mosquito, los camalotes, la sagitaria y los juncos, funcionan como remediadores flotantes.
"Los proyectos de balsas y humedales que impulsamos desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público demostraron que un parque natural, como es Lago Lugano, puede ofrecer un diferencial importantísimo: ayudar a la naturaleza a desarrollar la vida. Ambos proyectos lo han demostrado; las balsas hicieron que llegaran peces al arroyo Cildáñez y los humedales artificiales bajaron un 45% la presencia de contaminantes orgánicos", dijo Juan Bautista Filgueira, presidente de la APRA.
"Progresivamente aparecieron distintos nidos de insectos, arácnidos y tortugas. La biodiversidad permitió la polinización y que se reprodujeran semillas de otras especies, lo que conlleva a la revegetación de las costas del Cildáñez con nuevas especies nativas, que hasta ahora era difícil que brotaran espontáneamente", indicaron en la APRA.
Estos avances consolidaron el perfil de reservorio de biodiversidad del espacio que conforman el arroyo y el lago Lugano. Situado sobre un antiguo meandro del Riachuelo, cuenta con la presencia de más de 200 tipos de plantas autóctonas, entre ellas una especie única del lugar: la orquídea de Talar (Chloraea membranacea).

Matanza-Riachuelo, un caso muy complejo

Roberto Serafini | Silvana Arreghini PARA LA NACIONLUNES | 17 DE ABRIL DE 2017

La fitorremediación es una tecnología orientada a la recuperación de ambientes contaminados utilizando plantas. Debe considerarse que el éxito del proceso de fitorremediación depende en gran medida del íntimo contacto de las raíces de las plantas con el sustrato a remediar, en el que proliferan complejas microflora y microfauna.
En función del tipo y de la concentración de los contaminantes a remediar y de su asociación preferencial con alguno de los compartimentos ambientales (aire, agua, suelo/sedimento) pueden elegirse las plantas más apropiadas para el proceso y, según las tasas y la eficiencia de remoción de contaminantes, estimar los tiempos necesarios para completar el tratamiento. Este tipo de tecnologías permite degradar, remover o inmovilizar contaminantes, según su naturaleza, valiéndose de procesos naturales y minimizando el impacto ambiental.
Si bien las plantas acuáticas pueden tolerar una amplia variedad de condiciones ambientales, suelen seleccionarse especies nativas que exhiban tolerancia a los contaminantes, evitando además el riesgo de introducción de especies exóticas. La remediación se realiza mediante distintos procesos que pueden ser desarrollados por las mismas plantas o en combinación con la acción de los organismos asociados a su sistema radicular. De ahí que pueda producirse la degradación de compuestos orgánicos, la remoción de nutrientes o la inmovilización de metales en los suelos o sedimentos por medio de la formación de compuestos de baja movilidad ambiental, entre otros.
Los ambientes que presentan una elevada y compleja carga de contaminantes, como los de la cuenca Matanza-Riachuelo, son difíciles de remediar, ya que pocas especies vegetales pueden tolerar las elevadas condiciones de estrés y solamente algunas son capaces de afectar las concentraciones de los contaminantes elegidos. Por eso, una estrategia de manejo de cuenca siempre debe incluir el objetivo de minimizar la carga contaminante que ingresa a los cuerpos de agua mediante un tratamiento previo.
El caso Matanza-Riachuelo suele presentarse como un paradigma de la inadecuada gestión de los bienes públicos. No obstante, un análisis profundo debe tener presente la dificultad de armonizar las opciones ambientales óptimas con las sociales y económicas, en particular en la región más densamente poblada del país.

Los autores son biólogos de la cátedra de Química Analítica de la Facultad de Agronomía de la UBA