Cómo mejorar la ciudad

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Florencia Rodríguez Tourón
PARA LA NACION

La movilidad es la columna vertebral de los sistemas urbanos. El transporte de personas y bienes, en espejo con el ordenamiento territorial, es condición de posibilidad del acceso a las oportunidades que la ciudad tiene para ofrecer. La movilidad no es solo una necesidad, sino un derecho: el derecho a la salud, a la educación y al trabajo lleva implícito el derecho a llegar al hospital, a la escuela y a la fábrica u oficina.

Luego de muchas décadas de apostar al automóvil particular como modo principal de transporte, las ciudades comprendieron que no existe infraestructura vial que soporte una movilidad basada en el auto. Más infraestructura implica más autos, y más autos requieren más infraestructura. El resultado de este círculo es siempre más congestión, más espacio utilizado y más contaminación.

Para lograr una metrópolis dinámica e integrada requerimos una movilidad eficiente, accesible, sustentable y participativa, donde el transporte se complemente con el ordenamiento territorial. En este sentido, hay dos acciones centrales: por un lado, contener la dispersión urbana, ya que la baja densidad implica mayores distancias de viaje y disminuye la eficiencia de los modos de transporte sostenibles; por otra parte, mezclar los usos del suelo para que las diferentes actividades humanas estén a menor distancia.

Los ciudadanos del Área Metropolitana de Buenos Aires gastamos en promedio una hora y media por día en trasladarnos. Una buena consigna para ciudadanos y planificadores es vivir cerca del trabajo. La movilidad sostenible nos da herramientas para ir hacia una ciudad mejor. El espacio de circulación es de todas las personas y debe gestionarse con criterios de equidad y sustentabilidad. Esto implica jerarquizar los modos de transporte, dando prioridad a peatones, ciclistas y usuarios del transporte público. Hay que generar un sistema de movilidad donde cada modo sea más eficiente: ferrocarriles, subtes y BRT para corredores con alto volumen de viajes concentrados en el tiempo y distancias largas, buses para viajes con menor concentración espacial y modos activos para viajes cortos. También se deben explorar nuevas tecnologías para mejorar el servicio y desalentar el uso del auto privado.

En cuanto a la logística o el transporte de bienes, la movilidad sostenible nos da herramientas para ir hacia una ciudad más competitiva. Conviene promover la logística como proceso para el producto apto, en el sitio correcto, en el tiempo justo y con el menor costo posible. Además, desarrollar plataformas tecnológicas para proyectar, implementar y controlar flujos de materia prima y recorridos. También, planificar el crecimiento de una infraestructura de vínculos y nodos con visión integradora y sustentable.

La consecución de estos objetivos en Buenos Aires Metropolitana requiere consensos entre sectores -gobiernos, operadores, industria, academia, usuarios- y entre jurisdicciones. La movilidad no responde a límites administrativos, sino a las necesidades funcionales del entorno urbano dinámico y a los flujos que se generan.

Debe superarse la fragmentación que significó durante décadas la planificación por modos de transporte. En este sentido, las políticas públicas relativas a la movilidad, aunque puedan tener un recorte local, deben siempre estar pensadas con relación al sistema metropolitano. Algunas intervenciones tendientes a mejorar la movilidad metropolitana son las siguientes:

  • Elaborar planes de movilidad de personas y bienes, regionales o municipales.
  • Implementar sistemas integrados de transporte de personas y logística: planificación de corredores y reorganización de líneas de transporte público, implementación de sistemas de bicicletas públicas, peatonales y centros de transbordo.
  • Desarrollar estrategias de administración de la demanda, por ejemplo, gestionar el estacionamiento.
  • Colaborar con socios tecnológicos en el análisis de datos para la planificación, la operación y el control de los servicios.
  • Instalar elementos de información estática y dinámica sobre los servicios.
  • Evaluar económicamente y estructurar mecanismos de financiamiento.
  • Organizar actividades participativas para el proceso de planificación.
  • Actualizar las regulaciones existentes para mejorar la operación y la experiencia del usuario.

Debemos articular los distintos sectores con sus saberes e intereses para construir entre todos una movilidad sostenible para La Gran Buenos Aires.

Consejera de la Fundación Metropolitana